Iba a ser un fin de semana de lo más divertido. Llevaban planeando aquella fiesta mucho tiempo, iba a ser la despedida de soltero definitiva, Dan era un tipo de lo más simpático, siempre te hacía sentir bien, siempre tenía una broma a mano cuando las cosas iban mal y ahora había llegado el momento de que sus amigos le devolviesen algo de esa habitual alegría. Dan se casaba y ellos estaban dispuestos a darle la mejor despedida de soltero de la historia.
Les costó un tiempo ponerse de acuerdo, unos querían ir a Florida, otros querían pasar un fin de semana en California o Nueva Jersey, querían una de esas fiestas locas que se ven en las películas y en los programas de la tele. Pero Kevin encontró la solución, alquilar una autocaravana. Aunque en un primer momento no parecieron muy dispuestos, poco a poco se fueron convenciendo, parecía una idea genial; unirían dos grandes experiencias, la fiesta y un viaje de colegas.
Decididos por fin, alquilaron una enorme autocaravana, querían que fuese lo bastante espaciosa para poder viajar los diez cómodamente. Ya sabían la ruta que tomarían saldrían de Minneapolis y recorrerían 1000 kms hasta Louisville para asistir al Derby de Kentucky, una de las carreras de caballos más famosas del mundo. Como diversión extra podrían apostar en el hipódromo.
Cuando el dueño del concesionario les entregó las llaves, les dio también un larga lista con instrucciones, muchas no eran más advertencias, algunas servían para casos de emergencia y la mayoría eran consejos de mantenimiento. Sin embargo, todos se miraron y se rieron cuando el dueño de la autocaravana les dijo que no abriesen el compartimento exterior bajo ningún concepto.«No funciona y os pido que no lo hagáis», aunque era una petición extraña no le dieron mayor importancia, asintieron y se largaron.
Por delante tenían un fin de semana de diversión y desenfreno. Los chicos partieron, casi desde el primer momento comenzaron a celebrarlo, tenían cerveza, alcohol, buena música y muchas ganas de celebrarlo. Iba a ser una fiesta épica, se turnarían para conducir, mientras el resto disfrutaba de la fiesta en la espaciosa autocaravana.
Los kilómetros fueron pasando uno tras otro, ellos bebían y se lo pasaban bien, los pueblos se acercaban, pasaban y se quedaban atrás. Kilómetros y kilómetros de carretera fueron quedando atrás mientras seguían con la diversión. Al anochecer, cansados todos de conducir, decidieron para y descansar. Durmieron un rato, se asearon y después de cenar continuaron con la fiesta.
Esa noche, junto a la autocaravana, hubo una fiesta épica, los chicos estaban desenfrenados. Estaba siendo la fiesta de sus vidas. En un momento dado, empujado por el alcohol, Kevin apostó con los demás que abriría el compartimento exterior. Todos estuvieron de acuerdo y pronto se reunieron a su alrededor, algunos gritaban «¡Gallina! No lo harás» mientras otros le daban ánimos.
El chico alargó la mano, asió el pomo y tiró hacia arriba. La puerta se abrió y un olor intensamente desagradable llenó el lugar. Todos se quedaron muy quietos, con las manos temblando, las risas se apagaron y un silencio espeso cubrió el lugar.
En ese momento algo salió volando del oscuro interior del compartimento y se abalanzó sobre ellos.
Cuando la policía llegó al lugar varios días después, se encontró con una autocaravana vacía. Aunque a su alrededor había huellas de once personas, no se encontró ningún cuerpo. El paradero de los diez chicos sigue siendo un misterio y la policía los sigue buscando hoy en día.
Así que ya sabéis; si alguien os dice que no abráis una puerta, lo mejor que podéis hacer es no abrirla.
¡Autocaravanas Europa os desea feliz Halloween a todos!